«Los buenos padres», Luna Miguel.
unos pies que nunca han tocado el suelo
no deberían ser llamados pies en todo caso lo que agita sus dedos al final de tu cuerpo lo que me da patadas en la cama o lo que tocas con extrañeza demostrando una flexibilidad increíble podría llamarse aleta alita algo pequeño que sugiere vuelo que invita a la velocidad algo blandito los llamaremos pies porque aunque no hayan caminado aún lo cierto es que tienen la forma perfecta la miniatura perfecta de aquello que algún día no muy lejano echará a andar acaricio tus pies cuando estás dormido y la cosquilla te estremece acaricio tus pies cuando juegas en la hamaca y siento en ellos el fresco y los nervios del verano acaricio tus pies al salir de la bañera y se me resbalan entre las palmas como dos peces de acuario unos pocos centímetros de tu carne bastan para definir la bondad la pulcritud la inocencia de un cuerpo que nunca toca el piso salvo cuando en un despiste adulto cae de la cama e impacta piel contra mosaico cabeza contra suelo hidráulico qué ironía quizá los buenos padres que han dejado caer a su bebé tampoco deberían llamarse buenos padres
Autor: Luna Miguel
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